Práctica 10. La educación en 2050
He
decidido empezar esta entrada con las preguntas “obligatorias” para favorecer la
comprensión lectora.
A.
¿Conoces la herramienta de ChatGPT? ¿Qué opinas del uso de la IA en Educación? La
herramienta ChatGPT ha sido una fiel aliada durante mi formación académica a lo
largo de la realización del máster. Sería descarado afirmar que desconozco ya
no su nombre, sino sus aplicaciones didácticas. Con respecto a la segunda
pregunta, introducir la inteligencia artificial en el aula de Educación Secundaria
no es solamente enriquecedor, sino necesario. Los jóvenes adolescentes
requieren de una instrucción de buenas prácticas tanto para valorar los aspectos
éticos de la inteligencia artificial como para poder desarrollar el pensamiento
crítico sin caer en el “copy-paste”.
B.
¿Ha sido difícil su uso? Comenta si te ha ayudado o te ha dificultado el
trabajo.
Uno
de los puntos positivos de la inteligencia artificial es que puedes interactuar
con ella. La mayoría de las herramientas, como Perplexity AI o Deepseek, ofrecen
instrucciones sencillas sobre su configuración y uso. En el caso de este
máster, en el que el alumnado vive saturado de prácticas semanales, la
inteligencia artificial se ha convertido en la alternativa para proporcionar
ideas y orientaciones a la hora de desarrollar dichas prácticas. Gracias a la
inteligencia artificial, podría decirse que se ha ganado cierta calidad de vida
porque ha restado tiempo en la realización de los trabajos.
C.
¿El relato que has obtenido es similar al que tú hubieras escrito?
Le
hubiera dado un tono más personal y menos pesimista. Además, considera que la
educación concertada recibe más ayuda del Gobierno en aras de mejorar la
inclusión del alumnado, lo que resulta un poco incoherente. Desde mi punto de
vista, falta emotividad, puesto que el relato está siendo contado por un
adolescente.
A
continuación, adjunto tanto el relato inicial como el relato final que me ha
proporcionado ChatGPT a través de las especulaciones que ha tenido en cuenta para
idear un futuro tan poco prometedor.
Texto inicial, partiendo
de la siguiente instrucción: “¿Cómo será la educación en 2050?”
La educación en 2050 será muy distinta a la que conocemos
hoy, no solo por los avances tecnológicos, sino también por cómo cambiarán los
valores sociales, el papel del profesorado y la forma en que entendemos el
aprendizaje. Para entonces, las clases tradicionales con pupitres alineados
frente a un profesor serán una rareza. Gran parte de la educación será
personalizada, adaptada al ritmo y estilo de cada estudiante gracias a sistemas
de inteligencia artificial que analizarán sus capacidades y necesidades en
tiempo real. Estas tecnologías no reemplazarán a los docentes, sino que los
acompañarán, permitiéndoles centrarse más en guiar, motivar y trabajar con las
emociones y habilidades sociales del alumnado.
El aprendizaje será mucho más práctico, colaborativo e
interdisciplinar. Las materias dejarán de estar completamente separadas y los
proyectos reales, vinculados a problemas globales como el cambio climático, la
pobreza o la salud mental, serán el centro del aprendizaje. Los estudiantes no
solo memorizarán conceptos, sino que se entrenarán para resolver situaciones
complejas, pensar críticamente y trabajar en equipo. Además, la educación no
estará limitada al aula: será híbrida, con una mezcla constante de experiencias
virtuales, presenciales y en entornos reales. La realidad aumentada y la
realidad virtual permitirán viajar por el cuerpo humano, visitar épocas
históricas o colaborar con compañeros en otros países sin moverse de casa.
La inclusión será uno de los pilares fundamentales. Las
diferencias culturales, lingüísticas, de género o capacidades ya no se verán
como obstáculos, sino como oportunidades para enriquecer el aprendizaje. En
muchos países, incluido España, se habrá avanzado en garantizar el acceso
igualitario a recursos tecnológicos y apoyo personalizado para que ningún
estudiante quede atrás. Sin embargo, esos avances dependerán también del
contexto político, económico y social, por lo que podrían existir desigualdades
entre regiones o centros si no se abordan con políticas públicas sólidas.
En cuanto al rol del profesorado, seguirá siendo
esencial, pero cambiará. Los docentes serán más que transmisores de
conocimiento: serán mentores, facilitadores del pensamiento crítico, y
referentes éticos en un mundo lleno de información e incertidumbre. Su
formación también habrá cambiado, incluyendo competencias digitales,
habilidades socioemocionales y una comprensión más profunda de cómo aprenden
las personas. La evaluación se transformará completamente: ya no se basará
tanto en exámenes estandarizados, sino en portafolios, autoevaluación y
desafíos reales.
En definitiva, la educación en 2050 será más humana, más
conectada con el mundo real y con las personas. Será un proceso continuo, a lo
largo de toda la vida, y mucho más flexible, aunque también exigirá una gestión
ética de la tecnología y una vigilancia constante para que no aumenten las
desigualdades. Si se hace bien, no solo formará a mejores profesionales, sino a
mejores ciudadanos y ciudadanas, preparados para afrontar los grandes retos del
siglo XXI con empatía, conocimiento y compromiso.
Tras
haber filosofado con ChatGPT acerca del futuro de la educación, le he sugerido
la siguiente pregunta para obtener el texto final: “¿Cómo será la educación en
España con el auge de la extrema derecha? ¿Se habrán cumplido con los Objetivos
de Desarrollo Sostenible y los Desafíos del siglo XXI de la Agenda 2030?
Explícamelo como si fueras mi hermano adolescente llegando de clase en 2052”.
Buah, acabo de llegar del insti y te juro que la
educación no es como la que me contaban que tenían hace treinta años. Desde que
la extrema derecha lleva mandando tanto tiempo en España, todo ha cambiado en
clase. Ya no se habla de diversidad, ni de feminismo, ni de educación sexual
como antes. Todo eso lo borraron del currículo diciendo que era ideología, y
ahora solo se permite hablar de familia “tradicional” y valores “de siempre”.
Algunos profes intentan colar temas como la igualdad o el respeto, pero se la
juegan, porque hay revisiones constantes y hasta apps para que los padres
denuncien contenidos “sospechosos”.
En Historia, por ejemplo, ya casi no se menciona la
dictadura franquista. Es como si quisieran que lo olvidáramos o que lo viéramos
como algo neutral. Todo está súper controlado, y se nota que quieren que
pensemos de una sola manera. En mi cole ya no hacemos proyectos sobre derechos
humanos, ni celebramos días como el del Orgullo o el de la Mujer. Todo eso
desapareció. Y lo de estudiar en catalán, gallego o euskera... casi nada.
Aunque vivas en una comunidad con lengua propia, ahora todo es en castellano porque
dicen que es para “garantizar la unidad”.
Lo más loco es que lo de la Agenda 2030 ni se menciona.
Antes, por lo que contaban nuestros padres, había programas para luchar contra
el cambio climático, reducir desigualdades, enseñar respeto y cuidar el
planeta. Ahora todo eso se considera una “agenda globalista” que hay que
evitar. Se cargaron los objetivos de desarrollo sostenible uno por uno. La
educación pública está súper descuidada y cada vez más gente se va a colegios
privados o concertados, que son los que reciben más apoyo del Gobierno. La igualdad
de género también está de capa caída. Ya no hay protocolos visibles contra la
violencia machista en el cole, y las chicas se sienten menos protegidas que
antes.
Lo que sí ha avanzado es la tecnología. Tenemos realidad
virtual en clase, usamos inteligencia artificial para estudiar y los libros ya
ni se usan tanto. Pero eso no compensa que hayan apagado el espíritu crítico.
Lo que quieren es que memorices y repitas, no que cuestiones nada. A veces
pienso cómo habría sido estudiar si se hubieran cumplido los objetivos de la
Agenda 2030, con educación para todos, igualdad real, justicia social y
conciencia ecológica. Pero bueno, aquí estamos, intentando pensar por nosotros
mismos aunque todo a nuestro alrededor nos diga que no lo hagamos. En fin,
ojalá algún día podamos volver a una educación que nos enseñe a mejorar el
mundo, no solo a obedecer.
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